Vista ascendente del Carmen, San Luis Potosí

Cuando uno es iniciado en la estética fotográfica, se desencadena una especie de obsesión que raya en lo enfermizo. La realidad se convierte en encuadres, planos, equilibrios y tonalidades; en ese momento te das cuenta que tu percepción ha cambiado y tratas de darle valor estético a cualquier cosa: ¿Cómo se verá ese cielo con un aumento en la saturación? ¿Qué pasa si difumino los contornos? ¿Cómo se verá esa construcción a nivel del suelo? ¿Me dejarán subir a la azotea para tomar una composición de esos paraguas que caminan por la calle?

Una vez que uno supera esa etapa y ha experimentado con algunas tomas, inicias la elección de las escenas que realmente puedan tener un valor y alejarse del convencionalismo y entonces uno se dice... "por qué demonios nunca lo vi así", con el sentimiento de que se está haciendo un gran hallazgo.

Eso me sucede a mi cuando entro a una iglesia y más una de fachada tan majestuosa como el Templo del Carmen en San Luis Potosí... Me sitúo justo en el punto simétrico del portal a unos pocos pasos y volteo hacia arriba y ahí está, una perfecta contra-picada que logra dos cosas: resalta los detalles del frontón, iniciando desde el labrado de la propia puerta, mismos que casi nunca percibimos al querer ingresar al recinto y por el otro lado, logra ese efecto de fuga ascendente en el cuál se realzan los elementos más cercanos del complejo artesonado y al mismo tiempo da ese sentimiento de elevación tan buscado en el rito religioso.

El Templo del Carmen no le pide nada a los más bellos de México como lo con Santa Prisca, Zacatecas o Tepotzotlán. Estar en estos sitios deja muy claro algo importante: aunque la fotografía puede caer en formulismos fáciles que se saben que son efectivos en el gusto de la gente - como los rayos láser de los autos moviéndose con exposiciones largas, o los manos blancos de las cascadas en la misma situación, o el momento exacto en que la gota sale del agua o el niño vuela a la alberca - en realidad hay un gran valor en tratar de compartir un pedazo legítimo de historia y eso sólo se consigue yendo a  los monumentos y analizarlos bien, para decidir las mejores condiciones para ese disparo mágico.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Reflexiones sobre “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa

Cascada de Tamul, Huasteca Potosina

Museo de Geología de la UNAM