San Miguel de Allende, historia de contrastes y esplendor
Hace unos días tuvimos oportunidad de revisitar después de algún tiempo, el magnífico pueblo de San Miguel de Allende, al cual el nombre de “pueblo mágico” le viene quedando corto, siendo uno de los lugares más atractivos del centro de nuestra tan castigada y aún esplendorosa República Mexicana. Terracotas, amarillos y rojos distinguen el lugar; herrería colonial, pequeños nichos y estatuas de ángeles o santos de cantera adornan de forma exquisita ese irregular terreno tan característico de la sierra del sureste guanajuatense. Arcos y portales que nos invitan a espiar, encontrando en cada uno de ellos ya sea un exuberante jardín, una elegante boutique, una galería de arte contemporáneo, o simplemente un viejo living room con muebles de madera tallada de valor inestimable. Todo en San Miguel de Allende parece estar pensado para yacer ahí, como una vieja escenografía del auge minero de Guanajuato, haciendo de cada rincón una postal. La referencia más típica de San Miguel