Polémica reflexión de la maldad, desde adentro
Umberto Eco lo vuelve hacer en “El Cementerio de Praga”, una de las grandes novelas de los últimos tiempos. En esta ocasión, Eco viaja a la Europa de finales del siglo XIX, adoptando la personalidad del Capitán Simonini, habilidoso notario heredero de la casta piamontesa, protagonista en la República de Garibaldi, auto exiliado y residente de un París en esplendor. Pero a la vez Simonini toma un viaje paralelo al del su alter ego el Abate Dalla Piccola, notable intrigante jesuita y gran operador en el movimiento anti masónico de la época.
Lo interesante del Cementerio es su crónica del mal desde sus entrañas. La sociedad moderna no se construyó sobre una base de valores y de ética… muy por el contrario, sus ladrillos van desde la conspiración hasta la perversión, desde el atentado hasta el satanismo; temas que por demás, Eco conoce bien y como siempre, expone con virtuosismo.
El “Cementerio de Praga” habla también del odio sembrado para causar confusión, de la hábil creación de tendencias ideológicas que pasan a ser moda como el antisemitismo como fundamento distorsionado del comunismo, o el satanismo y las artes obscuras, como pretextos para tapar los intereses reales de poder y dominación de los imperios de la época.
En la primera parte de la novela Simonini manifiesta de forma abyecta su odio por los diferentes grupos y culturas, uno odio heredado por su abuelo, un aristócrata burgués de la vieja cuña en decadencia, y en su análisis, nadie se salva. En Italia, el personaje se ve involucrado en el retorcimiento de los ideales carbonarios y las pugnas internas de los camisas rojas que desembocan en la alta traición.
En la segunda parte el personaje migra a Francia y la operación de la policía napoleónica y de la iglesia católica para atacar desde adentro a la francmasonería para develar verdades inventadas de forma maniquea. Ahí se desarrolla una historia Dalla Piccolla recoge a Diana, una muchacha americana que padece de personalidad múltiple, convirtiéndola en el Oráculo de toda la prensa sensacionalista de la época, así como la alianza con un equipo de operadores turbios y nefastos que le ayudan a construir el circo… una colosal bomba de humo para los verdaderos operadores políticos y económicos.
Lo interesante de esta novela es que nos adentra en esa Europa aparentemente silenciosa de finales de siglo. Una etapa que fue detonante de las grandes convulsiones que ocurrieron en la primera mitad del siglo XX. La novela no es necesariamente agradable, parte de un punto de vista que nace retorcido, pero lo hace de manera sofisticada, disfrutando las conversaciones en los grandes restaurantes de aquél París soñado por Haussman, conviviendo con Freud, escribiendo su diario con la amenidad de Sue o de Dumas, o siendo cuestionado por intelectuales de ese tiempo como Monet o Proust.
Lo que sorprende más de la obra es su sólida base documental, aunque se le puede hacer la misma crítica a Eco de casi todas sus obras: La parte de ficción que las piezas históricas no es del todo sólida, por lo que como novela cojea un poco… pero, en este caso como en sus mejores obras, ese gusto que nos deja al final nos hará ver Europa de otra manera.
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