Recomendación del Mes: El Sol de Breda de Arturo Pérez-Reverte


Este es el primer libro de la serie sobre las aventuras del Capitán Alatriste que tengo la suerte de leer, más no así de su autor Arturo Pérez- Reverte, que siempre será un escritor entretenido e interesante. En esta ocasión, Pérez-Reverte reemplaza su acostumbrado estilo dinámico y eficaz usado en novelas como “La Reina del Sur” o “El Club Dumas” y opta por un lenguaje castellano clásico, lo cuál puede hacer más difícil su lectura, pero que resulta un interesante reto y una buena preparación para otros textos más largos de la época como las obras de Calderón de la Barca o Cervantes.

En el Sol de Breda nos trasladamos a los tiempos de la expansión de la Corona Española del Siglo XVII en los territorios flamencos (actualmente los Países Bajos) retratados a través de los diarios de Íñigo Balboa, joven mochilero de la división de Diego Alatriste, en una época de esplendor de conquistas y grandes batallas. 

A diferencia de las grandes novelas de caballería, y con un gran bagaje que viene de sus antecedentes como periodista de guerra, Pérez-Reverte se aleja de los paladines oficiales, de aquellos nobles que se atribuyeron las grandes victorias, y se acerca a esa gran masa de soldados anónimos, a esos personajes sin rostro que nunca fueron representados en los cuadros de batalla de Velázquez, a no ser que fueran solamente parte del paisaje, y los ubica con nombres y apellidos. La mayor virtud a mi entender de esta novela es la capacidad que tiene de situarnos en medio del fragor de la guerra, pero entendida más como una rutina laboral que como una sucesión de aventuras gloriosas.

El verdadero motivador de estas heroicas gestas fue, más allá de cualquier versión oficial, el sentimiento de solidaridad entre los soldados españoles, ese sentimiento que los hizo pelear como un solo brazo contra ejércitos aparentemente mejor entrenados y con mayores recursos, pero como lo menciona en la obra, acostumbrados a mejores niveles de vida, a campos fértiles y a vidas razonablemente estables. Pérez-Reverte no se cansa de señalar las motivaciones de esos soldados, gente que no encontró ninguna oportunidad en su país y que si salió el combate fue porque, más allá de por pagas que nunca llegaban o de honores de gobernantes que carecían de moral, los sostenía la idea de que en los saqueos se pudiera tomar a la fuerza ese botín que Dios nunca les concedió y de apropiarse de una pequeña tierra que les garantizara un futuro estable, aún en territorios remotos y alejados de sus familiares y amigos.

Entonces, lo que simplemente inicia como una novela de aventuras va adquiriendo otro cariz. El mismo batallón es convulsionado por sus pugnas internas, hay motines, hay rebeliones contra los líderes de los batallones, representados por una casta de generales encumbrados que operan para que el sistema monárquico funcione.

También, en “El Sol de Breda” se presenta la imagen del héroe (el Capitán) de manera desacralizada. Tipos de trato áspero, cortos de palabras, hombre de principios claros y tigres en la hora de la acción. Una clase de persona que seguimos viendo en la actualidad, aquellos líderes “de facto” que por su profesionalismo se van construyendo una reputación, gente que no necesita cargar dos kilos de oro en medallas para demostrar su compromiso con una causa.

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