Sobre “Memorias de Adriano” de Margarite Yourcenar
Un libro que se convirtió en el trabajo de una
vida, un impresionante ejercicio de erudición con un balance perfecto entre el
ensayo de estricto apego histórico y el uso de aquellos espacios intersticiales
que deja una biografía fragmentada y lejana, que permiten reinventar la
historia, interpretarla y moldearla por parte de la autora.
La empresa fue titánica, tanto que Yourcenar se
rindió varias veces en el proceso de llevarla a cabo, eliminando versiones
tempranas, reescribiéndola miles de veces y pasando largas horas de retoques y
ajustes, tal y como en su momento Da Vinci fue trabajando y mejorando por años su
célebre Gioconda. De por sí contar la vida de Adriano (76 al 138 d.C.), uno de
los emperadores más grandes de la historia de la Humanidad es ya suficientemente complicado, porque la narración se ve limitada por estrictas normas académicas en
la interpretación histórica. Pero además hacerlo desde una perspectiva
personal, narrada en primera persona y rescatando aspectos íntimos de la vida
del estratega, del gobernante y sobre todo del hombre, resulta todavía más
complejo.
¿Por qué el motivo de la obra se convirtió en
una obsesión que trascendió a todas las voces que lo cuestionaron?, Yourcenar
comenta: “Grosería de los que dicen
’Adriano es usted’. Grosería quizá mayor de los que se sorprenden de que yo
haya elegido un tema tan lejano y extraño. El hechicero que practica una
incisión en su pulgar en el momento de evocar las sombras, sabe que ellas no
sólo obedecerán esa llamada porque van a beber su propia sangre. Sabe también,
o debería saber, que las voces que le hablan son más sabias y más dignas de
atención que sus propios gritos”.
En el texto, las reflexiones de Adriano nos dejan
importantes lecciones sobre el ejercicio del
poder con sus aristas. Un poder establecido en un estado que se construyó
por medio de la fuerza militar.
Nacido en Itálica, en la península ibérica,
Adriano fue un hombre cultivado, extraído de una familia refinada, con una
profunda admiración a la cultura y los modelos de la antigua Grecia. Por su
origen tan distinto, su antecesor Trajano siempre tuvo una gran reserva en considerar
a Adriano como su delfín. Trajano tenía una personalidad áspera, con una sólida
extracción militar, que lo hacía hasta cierto punto incompatible con Adriano.
Sin embargo, al final de su vida y presa de la enfermedad, el viejo emperador tuvo
la sabiduría para comprender cómo debía ser el sucesor que llevara a cabo la consolidación
del imperio que construyó y sobre todo, la creación de un gran estado complejo,
amplio y multicultural. A pesar de sus discrepancias, Trajano
entendió que su continuador debía de ser alguien completamente diferente a él:
un estadista capaz de conciliar los intereses de los diferentes grupos y culturas.
Dejando de lado el aspecto idílico del
gobernante ejemplar, la novela nos dibuja al hombre, así como a las intrigas
entre los grupos y los intereses que jugaban tanto en su favor como en su contra.
La parte de las relaciones, de los conflictos, de las injusticias y de los
ajustes de cuentas en una parte muy interesante del texto. No hay que ser
ingenuos, Adriano como otros tantos gobernantes no sólo se valió de su talento,
sino que usó muchas herramientas (lícitas e ilícitas) para irse colocando en los
momentos precisos.
Si bien en cierto punto de su vida Adriano
entiende que alcanza ante los ojos de los demás su condición de Rey-Dios, es el
único que tiene la capacidad de no encandilarse por ella, siendo una persona de
costumbres austeras, creyente de la conservación y buena condición del cuerpo, transitando
por la vida como en un viaje constante a través de todos los rincones de su
imperio, y siempre tratando de mantener cierto equilibrio en sus ideas. De la
curiosidad de Adriano por conocer su reino nace una de las partes más ricas de
la novela.
La base histórica es donde apenas se cimenta la
historia del verdadero Adriano, movido por sus intereses y sentimientos privados.
El profundo afecto que sintió Adriano por sus predilectos, un efebo de Asia
Menor y de carácter intrigante llamado Antínoo, que sirvió de arquetipo de
belleza y que fue la imagen central del nuevo orden; así como Lucio, un joven de
familia noble culto muy cercano al rey y gran colega político. Por el primero,
Adriano se enamora tan profundamente que llega a idolatrarlo de muchas maneras,
utilizando en su representación parámetros más clásicos del arte griego.
Adriano exalta esta relación al nivel de leyenda, como fue la del héroe Aquiles
y su favorito Patroclo. También el origen obscuro del Antínoo incita a Adriano
a explorar en las tradiciones de las culturas de Egipto y Mesopotamia, a fomentar
la proliferación de imágenes místicas, adoración de viejas religiones (como el
mito de Elausis), promover las artes y a edificar grandes construcciones, como
el célebre Mausoleo de Roma.
Por el otro lado Lucio, consagrado como su
posible sucesor, es para Adriano lo que en su momento fue él mismo para
Trajano, el candidato capaz de extender su obra más allá de los alcances que él
mismo hubiera logrado. Las vicisitudes que sufren estos personajes se suceden en
la novela de forma insospechada.
Las notas de Yourcenar al final de la novela
son tan valiosas como la obra misma, y resultan igual de fascinantes para el
lector que trata de entender el proceso creativo: “De alguna manera, toda vida narrada es ejemplar; se escribe para
atacar o para defender un sistema del mundo, para definir un método que nos es
propio. Y no es menos cierto que la idealización o la destrucción deliberadas,
por el detalle exagerado o prudentemente omitido, descalifica casi toda
biografía: el hombre así construido sustituye al hombre comprendido. No perder
nunca de vista el diagrama de una vida humana, que no se compone, por más que
se diga, de una horizontal y de dos perpendiculares, sino más bien de tres
líneas sinuosas, perdidas hacia el infinito, constantemente próximas y
divergentes: la del hombre que se ha creído ser, lo que ha querido ser, lo que
fue”. Esta es una de esas pequeñas joyas que esperamos que motiven la
lectura y el acercamiento a la obra.
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