Mañana en la batalla, piensa en mí, por Javier Marías

Esta vez el acto de escribir tiene una implcación más terapéutica que en anteriores publicaciones. Si bien es cierto que este tiempo mi actividad lúdica pasó de la escritura a la fotografía, también lo es que la constante han sido las lecturas; y en ese impulso inexplicable que de repente nos da por expresarnos, quisiera compartir con ese lector anónimo mi experiencia en la lectura de la novela de "Mañana en la batalla..." de Javier Marías.

Siendo un escritor hasta hace poco desconocido por el ahora relator,  llegar a Marías fue un interesante acontecimiento. Primero, después de haber accedido de forma casi accidental a escritores españoles contemporáneos, como Vila-Matas, Cercas, o el muchas veces citado Pérez-Reverte; y de tener más contacto con la madre patria a través de algunas series de televisión, el castellano del otro lado del charco se ha tornado más familiar. También, deambulando por ferias del libro, fuentes inagotables de nuevas lecturas, empecé a notar que Javier Marías era un nombre constante en la literatura ibérica contemporánea, y fue entonces cuando empezó ese comenzón de la curiosidad que ha motivado a interesantes descubrimientos.

A pesar de eso, yo no compré el libro de Marías en las mencionadas Ferias, y en este punto me he de confesar poco ávido al riesgo en comparación con otras experiencias previas; Fue así como, al explicar mi curiosidad por el autor en una conversación entre amigos, que una estimada amiga me comenta que, si lo que quería era leer a Marías, ella contaba por ahí con algún texto del autor; que sin buen no había causado su pleno entusiasmo, si me prestaba alegremente para que yo armara mi propio juicio al respecto de la obra.

Y después de este siempre penoso preámbulo, sería bueno compartir algunos pensamientos acerca del texto. Antes que nada, me gustaría dejar claro que no me resultó una lectura fácil, lo cual no quiere decir que la prosa de Marías no sea amena, ni mucho menos. La dificultad radicaba en la estructura narrativa, me explico mejor: Marías escribe como el fluir del pensamiento, o al menos, lo que para mí es tal cosa; detrás de cada pequeña acción narrativa, existe una cascada de ideas, de reflexiones, de idas y vueltas, de suposiciones, de recuerdos, en fin... Un diversidad de elementos de los cuales el autor esconde muy pocos. Podrán entender que para una persona que, como yo, derrocha neuronas en entender intrincados procesos físico matemáticos, el lograr la concentración para entrar en ese ritmo narrativo es complicado. Si a esto adicionamos el hecho de que el autor no es del todo afecto a la segmentación del texto, o de otra forma, que cada bloque narrativo puede ser de varias decenas de páginas, pues sí, hace la labor más intensa, pero no por eso menos interesante.

Una vez que uno logra sumergirse y sincronizarse con este estilo, la lectura avanza como el explorador cortando matas en la selva, o como el escalador subiendo la montaña. Pero, si es así, ¿cuál es la motivación de seguir adelante?... Ahí viene lo interesante de la apuesta.

Un hombre tiene una cita romántica, y es convidado a cenar en la casa de una mujer que, de antemano, se sabe que es casada. El marido, por su parte está lejos, de viaje en Londres. Por otro lado hay un niño, muy pequeño, de apenas dos años, que no fue posible encargar con ninguna nana, y que presencia al hombre con desconfianza haciendo hasta lo imposible por aguantarse el sueño. Esto hace que el momento de la relación se vaya aplazando y que el tiempo se estire. Dentro del mundo del autor, esto da pie a hablar de una multiplicidad de elementos, que van desde la película que se proyecta en la televisión, los vestigios de la cena olvidados en la cocina y los persistentes ojos del niño, del cual asume que no hay conciencia de la situación. Finalmente el niño se va a dormir, y a un momento de consumar el acto, la amante indecisa siente un  fuerte dolor de cabeza. Cuál es la sorpresa de ver que, a partir de una situación tan común, la mujer súbitamente se nos muere.

Entonces ahí está el hombre, puesto en una situación totalmente inusual. A medias pelotas abrazando un cuerpo inerte y cuestionándose como, él que no es un tipo muy poco afecto a este tipo de affairs, se tiene que confrontar con esta realidad inexorable. Ya se... ya se... Menos espoilers. Bueno, pues sólo comentar que no existe mayor transgresión, ya que esto es lo expuesto en la contraportada de la novela, o en cualquier sitio editorial sobre la misma.

Fuera de la historia en sí, que como siempre se invita que sea una experiencia totalmente individual, sí rescato varias cosas de la obra, a pesar de que personalmente no la consideraría un libro de cabecera. Una propuesta muy interesante planteada por Marías se encuentra en las verdades paralelas y, sin incurrir en falsas lisonjas, este para mi fue un elemento central que merece totalmente la lectura. El tema de la realidad concebida en el momento en que se nos cuenta, cuando hemos vivido días, meses o años entendiendo que era de otra manera; o cómo podemos ir por la vida sin sospechar cosas que, un buen día, un detonador nos pone ante los ojos.

En el discurso que dio Marías al recibir el Premio Rómulo Gallegos por esta novela, extiende este uso de las realidades no reveladas, diciendo que son un elemento principal para la justificación actual de la novela como género, o en general, de toda obra de ficción. Sin citar textual la idea es: ¿Por qué escribir y leer ficción habiendo tanta riqueza en la realidad, que merece ser contada?, pues bien, lo que él sostiene es que la historia de las personas está compuesta por hechos, cosas que todo mundo ha visto pero, y aún en mayor medida, por realidades alternas o paralelas, que toman la forma de una mentira, de una ilusión, de una utopía, de una aspiración, de un temor, de una fobia... En resumen, la ficción también es un componente esencial de la realidad humana.

Es por esto que, siendo "Mañana en la batalla..." una obra que me costó trabajo avanzar, y de la cual siempre tuve el sentimiento de que podía ser mucho más sintética; finalmente mi balance termina siendo positivo. Todos esos espacios intermedios son, más allá de una trama que propone más de lo que resuelve, el elemento más importante de la obra, y la clave para su disfrute. Así que ya veremos en qué parte del camino me reencuentro con la literatura de Marías, la cual ofrecerá sin duda retos interesantes que espero revelen nuevos tesoros escondidos.


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