Navegando en los Sonidos de Mehldau

Esta semana tuvimos la ocasión de asistir al concierto de uno de los músicos más importantes de la escena actual: Brad Mehldau. Entre copas y el clásico rumor de los espacios Jazzístisticos, el Lunario del auditorio siempre ha ofrecido la mezcla entre una perfecta acústica y un ambiente cálido y cercano al músico. En esta ocasión, el lugar fue ideal para las notas de Mehldau.

Sin mayor aspaviento, ni siquiera sin las clásicas tres llamadas de advertencia que caracterizan estos eventos, entró un hombre de complexión delgada y con obscuros atavíos, saludó breve y tímidamente extendiendo las manos y se fue a refugiar en su zona de seguridad, cerca de las claves blancas y negras de un imponente piano de cola. A partir de ese momento el músico se adueñó del lugar.

El estilo del músico nacido en Florida pero creado musicalmente en Nueva York es totalmente único. Denotando una clara escuela clásica en su sonido y construyendo estructuras que a veces toman formas minimalistas, Mehldau toma como pretexto melodías de muy diversos orígenes como pueden ser canciones de The Beatles o Nirvana, estándares americanos como “My Favorite Things” o “Move”, así como temas de Antonio Carlos Jobim o de su propia inspiración y con base en ellos crea un concepto propio.

El concepto de Mehldau nos sugiere imágenes my particulares, en las que la melodía principal va brotando como pequeñas burbujas que emergen de un mar de improvisación, haciéndolas apenas reconocibles. Técnicamente Mehldau nos recuerda en pasajes a la guitarra de Stanley Jordan, abandonando el clásico uso de la mano izquierda como sesión rítmica y mostrando la extraña peculiaridad de que cada mano puede estar jugando con piezas diferentes. Esta característica en que la ejecución de cada mano se vuelve independiente de la otra nos habla del virtuosismo del artista, mucho más allá que las rápidas carreras contrarreloj de muchos otros virtuosos de la escena del Jazz.

A pesar de la que la música de Mehldau trabaja mucho el lado atmosférico, también nos deja ver un sentimiento muy especial que va creando una comunión entre el artista y su público. En caso de no conocer el trabajo de Mehldau, va un pequeño ejemplo de su talento a continuación:



Al terminar el recital que originalmente traía preparado, en el cuál hasta hizo un esfuerzo monumental para presentar sus temas en un incipiente español, la gente terminó extasiada… se veían sonrisas en los rostros y convencimiento de que se había visto a un músico de grandes ligas, una experiencia que muy pocas veces veremos. Después, no nos cansamos de aplaudir para que saliera una y otra vez y Mehldau, con toda la humildad y sinceridad que demostró durante toda la velada, llegó a salir al escenario a regalarnos hasta cuatro piezas adicionales, de las cuales la última fue una versión íntima y graciosa del clásico “Cry me a River” que nos hizo tararear a más de uno.

Va un reconocimiento para los organizadores del festival FMX, que nos dieron la oportunidad de ver en acción a este artista revolucionario, sin duda de lo mejor que se puede ver en estos días.

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