Naica, Geometría Monumental de la Naturaleza

En Paseo de la Reforma ya se han hecho tradicionales las exposiciones al aire libre en la franja que va desde el Museo de Arte Moderno hasta la entrada al Zoológico de Chapultepec. En esta ocasión, el pasado fin de semana fuimos a presenciar las imágenes de los impresionantes cristales de Naica en Chihuahua. Para los miles de personas que tendremos la oportunidad de ver las fotos, el espectáculo es fabuloso; que será para aquellos pocos que, con el equipo adecuado y bajo condiciones muy especiales, pueden acceder al sitio.

Aquí una pequeña reseña en imágenes*.

La llamada “Cueva de la Espadas” se encuentra localizada en la Sierra de Naica, en Chihuahua. Cubre un área de 26 x 23,5 km, y está localizada cerca de los 27,8 grados latitud norte, 105,5 grados longitud oeste.

El sitio fue descubierto accidentalmente en Abril del año 2000 por los hermanos Eloy y Javier Delgado, dos trabajadores de la minera Industrias Peñoles, cuando excavaban una nueva galería en el nivel –290.

La cueva consta de una entrada en piedra caliza con forma de herradura. En su interior, existen estructuras monumentales, algunas de las cuales llegan a alcanzar los 14 metros de longitud, 2 metros de diámetro y unas 55 toneladas de peso.

Hace algún tiempo habíamos visto un documental en TV donde Sebastián, el famoso escultor chihuahuense se adentraba en estas cuevas. Debe haber sido una impresión enorme encontrar que esa eterna búsqueda de armonías geométricas de Sebastián fue producida por la tierra a través de millones de años de cristalización de materiales.Una intrusión de magma en ascenso empujó a las rocas calizas de la sierra de Naica, las impregnó con un fluido ácido y caliente cargado de metales (plata, zinc, y plomo). Cuál sería la sorpresa para el artista ver la coincidencia de que estas formaciones se producían justo en el subsuelo de su estado natal.

La mineralización a altas temperaturas (250 °C) produjo la formación de cristales enormes de anhidrita que sirvió de base para la construcción de las espadas de yeso o selenita.

Pero esta intrusión de magma fue perdiendo fuerza, por lo que la temperatura de la roca comenzó a bajar. Se estima que la intrusión de magma se detuvo a unos 3000 m de la superficie; su calor residual es el que hoy en día calienta la roca y el agua que corre en el interior de la sierra de Naica.

 “El momento crítico ocurrió cuando la montaña se enfrió por debajo de la temperatura a la que la anhidrita deja de ser estable para transformarse en yeso, teóricamente a 58°C, aunque nuestros estudios están refinando ese dato”, dice García Ruiz. A esta temperatura el agua subterránea comenzó a disolver lentamente a la anhidrita, y las aguas se enriquecieron con moléculas de sulfato y de calcio que con el tiempo y por deposición fueron formando los cristales de yeso.

 Análisis isotópicos realizados a las muestras de Naica confirmaron que las moléculas de los cristales de yeso eran originalmente las de la anhidrita y las mismas de las aguas actuales, lo que implicaba que actualmente se debería estar disolviendo anhidrita y formando yeso.

Las investigaciones de García Ruiz y su equipo también incluyeron el análisis del líquido que se encuentra en pequeñas cavidades (burbujas) en el interior de los cristales. Este líquido es el mismo que formó a los cristales, por lo que su estudio fundamental para entender la formación de estas grandes estructuras.

De acuerdo a García Ruiz, se pudo determinar que las aguas que dieron origen a los cristales “no eran ácidas como las que mineralizaron la plata y el plomo que se extraen en la mina, sino más parecidas a las que ahora fluyen por el interior de la montaña de Naica”.

Además se pudo estimar la temperatura a la que se formaron los cristales, que resultó ser de alrededor 56°C. Pero, en este escenario sólo se habrían formado muy pocos cristales. “Si la temperatura hubiera bajado más se habrían formado muchos más cristales más pequeños, que fue lo que pasó en la Cueva de las Espadas”, añade García Ruiz.

La Cueva de las Espadas se encuentra a 120 m de profundidad, por lo que es más fría. Los cristales de esta cueva típicamente tienen una longitud de aproximadamente 2 m, y son más numerosos.

Actualmente existe una disyuntiva respecto de habilitar la caverna en condiciones que permitan la vista del público. La entrada de visitantes e investigadores requiere de bombear constantemente el agua caliente con la composición exacta que permitió la formación de estas grandes estructuras, sin mencionar el despojo de qué han sido víctimas las cuevas por el acceso de visitantes.

La conservación del sitio está en una disyuntiva. El cerrar la caverna permitiría que el proceso natural de formación de los cristales siguiera adelante, haciendo que las espadas crezcan de forma aún más impresionante. Ese cierre también incluiría la cancelación de las labores de bombeo, haciendo el lugar inhabitable para los seres humanos, por los que nadie sería testigo de este proceso… la moneda está en el aire.

El espectáculo de la naturaleza en sitios como este es incomparable. En Naica se han realizado investigaciones de todo tipo, inclusive han llegado científicos de la NASA para simular condiciones extremas de supervivencia en otros mundos. De la habilidad que tengamos como seres “aparentemente inteligentes” de dejar intactos los procesos naturales, dependerá de conservar maravillas como estas, únicas en el mundo e irrepetibles.

Siempre será preferible maravillarnos de las imágenes en el Paseo de la Reforma una tarde de sábado, que tratar de irrumpir en los sitios ocasionando su destrucción.

(*La mayor parte de la información extraída de la revista http://www.espacial.org/ )