Casta de Malditos… “En la Ciudad”, de William Faulkner

Uno de esos libros que huelen todavía a libro, a ese aroma de vainilla y madera que inundaba el cuarto de mi Padre… uno de esos libros que se han agrandado en el tiempo mediante la herencia de su memoria. 1971 es su fecha de impresión, dos años antes de mi nacimiento.

En una época donde mucha gente está leyendo ya por medios electrónicos tal y como tú lo haces en este momento, es en la mejor época para recordar un pequeño ejemplo del brillante legado de William Faulkner.

El novelista incansable, el escritor al cuál la palabra le brotaba por los poros, aquél que enseñó a varias generaciones de escritores en todo el mundo a relatar historias de su contexto, dotándolas de un aura divertida pero a la vez de cruda desnudez de su realidad y de su tiempo. Si bien en México Juan Rulfo redujo la esencia de la mexicanidad a un pequeño elixir de unas cuantas páginas en su “Pedro Páramo”, en Estados Unidos Faulkner logró la misma efectividad, pero a través de miles de páginas, de millones de palabras que calaron en lo más profundo de la sociedad americana. Este legado fue la piedra angular  para los más grandes escritores que le sucedieron en todo el mundo, mismos que nunca se han cansado de rendirle reverencia y que componen un grupo tan grande, que no vale la pena ni mencionar.

“En la Ciudad” o “The Town”, es un texto que evoca el infierno del pueblo pequeño en el sur de Estados Unidos, a través de sus habitantes. La narración se lleva a cabo desde tres puntos de vista, el de Charles Mallison –Chic-, un niño que rescata historias del pueblo que vienen de años anteriores a su propio nacimiento y que llegan hasta la etapa de su adolescencia; de V.K. Ratliff, comerciante y cronista no oficial de la ciudad de Jefferson y por último del Abogado Gavin Stevens, tipo culto que estudió leyes en las grandes escuelas del Este de E.U. y de Europa, hombre con un bagaje cultural elevado que funge como catalizador y a la vez protagonista de la historia.

Cada uno a su manera, nos van narrando la gran epopeya de una casta de malditos y malnacidos: los Snopes, la semilla de la corrupción y de los peores temores de las buenas conciencias de Jefferson. El primero de ellos, Mr. Flem Snopes es a la vez pionero y personaje que persiste a lo largo de toda la novela con un aura obscura que va determinando las historias del pueblo. Salido de la nada, Flem se instala en Jefferson engatusando a Ratliff en un movimiento inmobiliario. De ahí, el odio y la relación que cosecha Ratliff con Flem lo hace adoptar el papel de su biógrafo en la novela… Flem es una figura omnipresente, pero lo es porque Ratliff lo sigue en cada acción, con la seguridad de que en cualquier momento se puede manifestar la capacidad de Flem para el fraude y el movimiento turbio. Estos movimientos permitirán a Snopes ir subiendo gradualmente escalones en la sociedad de Jefferson. Es también V.K. Ratliff el que le cuenta las historias a Chic, y el que dialoga con el abogado Stevens, sirviendo de nexo entre las diferentes narraciones.

Una vez que Flem echa raíces en la ciudad, empiezan a llegar poco a poco otros Snopes salidos de todas partes sin explicación alguna, como salidos de la nada…y empiezan también a operar a través de historias tragicómicas de fraudes, de robos, de adulterio y de corrupción narradas de una forma coloquial y divertida.

La novela fluye, como fluye la vida misma, el interés de estos tres personajes por la casta de los Snopes así como de todos los personajes que giran en torno a ellos. Pero lo que impresiona de la forma de novelar de Faulkner, es que eso que aparentemente son simples cuentos y narraciones cotidianas, van tejiendo una gran historia con un desenlace inesperado.

Para entender la sociedad americana actual, hay algunos autores clave, uno de ellos es Faulkner, que desafortunadamente se ha ido perdiendo con el polvo de los años. La dificultad de llegar a Faulkner está en la extensión de sus novelas… sin embargo, basta con leer unas pocas líneas para que nos atrape totalmente, y nos involucremos en esa gran zaga que sólo él fue capaz de plasmar. Un escritor irrepetible.

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