Realidad Congelada, cortesía de Ron Mueck

Realmente, no sé hasta qué punto se podría justificar estar casi 50 minutos en una larga fila en la entrada del Museo. O más aún, si valdría la pena esa casi hora y media que uno tarda tratando de buscar un estacionamiento en domingo en el Zócalo de la Ciudad de México. Si me preguntan, al momento que salimos de la exposición era tanto el fastidio que pensaba que  realmente no lo valía. Es hasta algún tiempo después cuando empiecé a digerir la calidad de las piezas del escultor australiano además de pensar en que finalmente, todos los elementos construyen la experiencia.

Ahí fuimos este fin de semana al querido Colegio de San Idelfonso a ver las obras de Ron Mueck, famoso por su arte “hiperrealista”. Sinceramente, desde que califican a un autor con un adjetivo novedoso (como “postmoderno” o “minimalista”), generamos ciertas dudas al respecto… sin embargo, en este caso las pocas piezas que se exhibieron resultaron muy interesantes, y más si se considera el dedicado, paciente y detallado trabajo que está detrás de cada una de ellas.

Cada pieza puede ser observada largos minutos y no terminar de cubrir el nivel de detalle que tienen. Cada escultura representa personas en auténticos momentos de realidad congelada en el tiempo. Retratos tridimensionales perfectos que permiten contemplar hasta el más mínimo aspecto de los cuerpos humanos que no podrían ser apreciados de otra manera sin producir intimidación.

Es cuando uno ve el proceso creativo de las obras, cuando apenas se entiende por qué la exposición consta de un reducido número de obras. El autor no sólo crea los cuerpos, sino que dedica largas horas a los detalles que generalmente son omitidos en la escultura tradicional y que constituyen la gran parte de su tiempo de creación, exhibiendo esa complejidad de nuestro cuerpo y que pasamos muchas veces desapercibida. Arrugas, bellos, pelo, uñas, granos, heridas, escoriaciones, en fin… un sinnúmero de detalles que convierten a esos materiales en seres prácticamente vivos.













Cuando leemos algo sobre la biografía de Mueck el tema se vuelve aún más interesante. Su origen como creador de "animatronics" para la industria del cine en la empresa del famoso inventor de los Muppets (Jim Henson) lo convirtió en un personaje conocido desde una edad relativamente temprana. La técnica que usaba desde esos tiempos para crear los personajes más raros imaginables era la misma que utilizó después para sus trabajos serios: imágenes multiángulo que después construirían una escultura tridimensional, diseñada a base silicón y fibras tanto artificiales como naturales. Lo que en el cine se podía disfrazar mediante el uso de vistas o enfoques parciales, Mueck lo lleva a su máxima expresión en sus esculturas completas, en donde la pieza debe cubrir todos los ángulos del personaje.

Las obras escultóricas que empezaron como un simple hobbie con obras pequeñas, se fueron convirtiendo en trabajos frecuentes y de mayor escala motivados por el mecenazgo de  Charles Saatchi. De esta forma, Mueck no sólo perfeccionó el arte de la reproducción humana, sino que lo hizo trascender a grandes dimensiones creando imágenes gigantes que crean un impacto fuerte en el espectador. 

Ahora, después de haber visto en Internet varios videos de los que se exhiben en la exposición, se presenta la labor creativa detrás de las piezas, y su valor también se hace más trascendente, haciendo olvidar esas largas horas en que estuvimos esperando entrar en la exposición. Un artista altamente recomendable sin duda... 

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