Globos, Globos y más Globos



Ya desde hace algunos años es tradición el festival del Globo en León, Gto. A pesar de que la casa de mis padres está a unos pocos minutos del parque Metropolitano, lugar donde se lleva a cabo; no había ido nunca hasta el pasado fin de semana del 13 de Noviembre.


La principal razón de no ir antes fue porque, a nivel panorámico, el espectáculo se veía bastante bien desde ese lugar… y si podía evitar tumultos y horas de filas y estacionamiento, pues prefería agarrar una buena taza de café y ver el espectáculo desde casita.

Este año fue diferente. Anita se coordinó mi cuñada Dulce y con los sobrinos para irnos a meter al ojo del huracán globero de León. Al principio, no he de negar que la modorra me vencía y salí haciendo carraspeos como el que hacía el papá de los Osos Montañeses. Anita, en ese sentido implacable, acudió a sacarme de la cama sin mayor contemplación… en fin, era la única forma de que me moviera.

Después no me arrepentí de esa desmañanada. La hermana de Anita y los sobrinos ya estaban en el parque esperándonos con las pilas puestas, y después de perder media hora buscando lugar para el carro (entre mis carraspeos de Oso), nos reunimos con ellos en la entrada. Está de más decir que todos nos moríamos de frío, afortunadamente entre el café de olla que llevó Dulce (más previsora que nosotros, se nota que es mamá), la caminata en el parque, y la emoción de la llegada al sitio… se nos fue quitando poco a poco ese frío.













A pesar de las más de 150,000 personas que nos dimos cita en ese lugar, de los olores a leña quemada en una atiborrada zona de campamento, de las miles de bolsitas, plásticos y anexos objetos de desperdicio que se veían regadas por el parque, a pesar de todo eso… el espectáculo fue increíble.


El invento que los hermanos Montgolfier mostraron públicamente en 1782 en Francia nos sigue fascinando hoy en día, tal y como la primera vez. La razón del asombro es muy simple: el gran sueño de la humanidad de poder volar. Aún más atrás, el concepto que estos hermanos usaron fue propuesto por Arquímedes, como aplicación práctica del principio de fluidos. Este principio dio la base teórica a una observación muy simple: el humo de una fogata que se calienta se eleva en el aire… ¿cómo se puede aprovechar esa energía?

Pues bien, el aeróstato de los Montgolfier llegó para quedarse en la Ciudad del Zapato: Durante un período de una hora y media más o menos, todos los que estuvimos ahí fuimos niños. Las gigantescas esferas de colores fueron llenando el cielo, y nosotros nos cansábamos de hacer expresiones de asombro por cada nuevo globo lanzado. Plásticamente el festival del Globo es una experiencia increíble, que permite mil posibilidades fotográficas.


Los globos en su forma clásica y sus colores tradicionales en rayas, cuadros, un solo color, una fraja, arcos, etc. son los que más nos gustan a todos. Sin embargo, y pensando en el público infantil, al final se empezaron a lanzar todo tipo de botargas gigantes: abejas, casas “embrujadas”, botellas de refresco, pingüinos, diablos, y hasta la mismísima cabeza de Darth Vader hicieron la delicia de todos ahí… y salvo por un tipejo al que alguien convenció de que la hacía de animador detrás de un micrófono (y que más bien desanimaba), el espectáculo siguió siendo excelente. A mi gusto, los globos “botargas” más ocurrentes fueron los que se trajeron de Brasil, particularmente una abeja con cara de maldita, así como un espantapájaros sonriente me gustaron mucho.

Pero bueno… basta de bla bla bla y a disfrutar algunas imágenes, que son las impresiones que se quedarán en la memoria.











 

Comentarios

  1. Ke chido... lástima que no nos pudimos quedar el domingo..muy padres las fotos, algun dia se me hará ir al Metropolitano... saludos a todos y a Bolis...

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Reflexiones sobre “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa

Cascada de Tamul, Huasteca Potosina

Museo de Geología de la UNAM