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Mostrando las entradas de 2011

Recomendación del mes: “Chet Baker piensa en su arte” de Enrique Vila-Matas

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Generalmente a todos los que nos gusta leer nos atrapan las historias, nos interesan las estructuras o nos motivan los mensajes que tienen los textos literarios. Pero difícilmente nos imaginamos que un libro puede convertirse en la experiencia de entrar dentro del taller, con toda la cal y el polvo de la obra a nuestro alrededor, entrando por nuestros pulmones y enagenándonos la mente. Este es el caso de “Chet Baker piensa su arte” del escritor catalán Enrique Vila-Matas. Este libro es mi primer acercamiento con la literatura de Vila-Matas, y a diferencia de muchos que están todavía pendientes en el librero y que voy tratando de leer de ratos, cuando la cotidianidad lo permite; en el caso de “Chet Baker piensa su arte” el libro llegó a mis manos sin proponérmelo, a través de mi buen amigo Marcos Hernández, con el cual compartimos aficiones por la literatura y las artes, en una soleada tarde leonesa, el día de mi más reciente cumpleaños. En ese momento cambié mi esquema mental, usualm

Realidad Congelada, cortesía de Ron Mueck

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Realmente, no sé hasta qué punto se podría justificar estar casi 50 minutos en una larga fila en la entrada del Museo. O más aún, si valdría la pena esa casi hora y media que uno tarda tratando de buscar un estacionamiento en domingo en el Zócalo de la Ciudad de México. Si me preguntan, al momento que salimos de la exposición era tanto el fastidio que pensaba que  realmente no lo valía. Es hasta algún tiempo después cuando empiecé a digerir la calidad de las piezas del escultor australiano además de pensar en que finalmente, todos los elementos construyen la experiencia. Ahí fuimos este fin de semana al querido Colegio de San Idelfonso a ver las obras de Ron Mueck, famoso por su arte “hiperrealista”. Sinceramente, desde que califican a un autor con un adjetivo novedoso (como “postmoderno” o “minimalista”), generamos ciertas dudas al respecto… sin embargo, en este caso las pocas piezas que se exhibieron resultaron muy interesantes, y más si se considera el dedicado, paciente y detallad

Casta de Malditos… “En la Ciudad”, de William Faulkner

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Uno de esos libros que huelen todavía a libro, a ese aroma de vainilla y madera que inundaba el cuarto de mi Padre… uno de esos libros que se han agrandado en el tiempo mediante la herencia de su memoria. 1971 es su fecha de impresión, dos años antes de mi nacimiento. En una época donde mucha gente está leyendo ya por medios electrónicos tal y como tú lo haces en este momento, es en la mejor época para recordar un pequeño ejemplo del brillante legado de William Faulkner. El novelista incansable, el escritor al cuál la palabra le brotaba por los poros, aquél que enseñó a varias generaciones de escritores en todo el mundo a relatar historias de su contexto, dotándolas de un aura divertida pero a la vez de cruda desnudez de su realidad y de su tiempo. Si bien en México Juan Rulfo redujo la esencia de la mexicanidad a un pequeño elixir de unas cuantas páginas en su “Pedro Páramo”, en Estados Unidos Faulkner logró la misma efectividad, pero a través de miles de páginas, de millones de pal

Recomendación del Mes: El Sol de Breda de Arturo Pérez-Reverte

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Este es el primer libro de la serie sobre las aventuras del Capitán Alatriste que tengo la suerte de leer, más no así de su autor Arturo Pérez- Reverte, que siempre será un escritor entretenido e interesante. En esta ocasión, Pérez-Reverte reemplaza su acostumbrado estilo dinámico y eficaz usado en novelas como “La Reina del Sur” o “El Club Dumas” y opta por un lenguaje castellano clásico, lo cuál puede hacer más difícil su lectura, pero que resulta un interesante reto y una buena preparación para otros textos más largos de la época como las obras de Calderón de la Barca o Cervantes. En el Sol de Breda nos trasladamos a los tiempos de la expansión de la Corona Española del Siglo XVII en los territorios flamencos (actualmente los Países Bajos) retratados a través de los diarios de Íñigo Balboa, joven mochilero de la división de Diego Alatriste, en una época de esplendor de conquistas y grandes batallas.  A diferencia de las grandes novelas de caballería, y con un gran

Polémica reflexión de la maldad, desde adentro

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Umberto Eco lo vuelve hacer en “El Cementerio de Praga”, una de las grandes novelas de los últimos tiempos. En esta ocasión, Eco viaja a la Europa de finales del siglo XIX, adoptando la personalidad del Capitán Simonini, habilidoso notario heredero de la casta piamontesa, protagonista en la República de Garibaldi, auto exiliado y residente de un París en esplendor. Pero a la vez Simonini toma un viaje paralelo al del su alter ego el Abate Dalla Piccola, notable intrigante jesuita y gran operador en el movimiento anti masónico de la época. Lo interesante del Cementerio es su crónica del mal desde sus entrañas. La sociedad moderna no se construyó sobre una base de valores y de ética… muy por el contrario, sus ladrillos van desde la conspiración hasta la perversión, desde el atentado hasta el satanismo; temas que por demás, Eco conoce bien y como siempre, expone con virtuosismo. El “Cementerio de Praga” habla también del odio sembrado para causar confusión, de la hábil creación de tende

José Clemente, El de los Pinceles Violentos

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Lo que inicia mal no siempre termina mal. Esa es la mejor moraleja que me queda de la experiencia vivida ayer en el Centro de la Ciudad de México. Si tomamos en cuenta que a media mañana tenía a un perro loco mordiéndome el pantalón, el día no prometía buenas cosas. La anécdota Pero empecemos por el principio. Desde hace varios meses nos estábamos perdiendo la ocasión de visitar el Colegio de San Idelfonso, antigua Escuela Nacional Preparatoria, y ser testigos de una de esas oportunidades que sólo se dan pocas veces en la vida: estaban presentando un recorrido completo por la obra de José Clemente Orozco. A pesar de que tenía mis reservas de empezar a llevar a Diego a este tipo de exposiciones, después el enano me demostraría que estaba en el error. Ana fue la que insistió en que saliéramos el museo, y ahí fuimos. Caminando por la Calle Madero que ahora se convirtió en una increíble zona peatonal… de repente siento un tirón en mi pantalón, como si se me quedara el pie atorado

Una Póstuma por Don José

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Bueno, ahora sí apliqué esa máxima que dice “la mejor forma de recordar a un gran autor, es leyendo su obra”, así que esta vez toca hacer una pequeña reflexión de uno de los últimos trabajos de José Saramago, “Caín”. De lectura ligera y fluida, “Caín” es un libro que se puede leer completo en uno de esos días de mente despierta. Como un servidor no cuenta con una mente de ese tipo, pues me llevó un par de semanas terminarlo. Todo esto entre horas muertas de aeropuertos, hoteles y baños… las mejores siempre para completar la labor de lectura. Hemos de decir que este libro no es de lo mejor de Saramago desde el humilde punto de vista de este neófito literario. Nada que ver con esas macizas obras densas y de lectura intrincada como “Todos los Nombres”, “Historia del Cerco de Lisboa” o “El Año de la Muerte de Ricardo Reis”, en las cuales predominaba ese gusto por el lenguaje del maestro, esa sobreutilización de palabras, ese “irse por las ramas” que el siempre tanto defendió en la litera