Amarillo y azul




No es secreto para nadie que los amaneceres y los atardeceres son horas muy plásticas para captar imágenes. Pero de igual manera resultan impredecibles, ya que los puntos de iluminación exacta duran poco, y se mueven constantemente.

Estando de paseo fotográfico por Morelia, decidimos salir en la mañana temprano, aprovechando los tintes del amanecer y las calles poco pobladas de la ciudad, con la intención de cubrir varios destinos que habían quedado pendientes de la jornada anterior.

Caminando desde la Plaza de Armas hacia el sur, por la calle García Obeso y subiendo por la esquina con Matamoros, nos encontramos con la plaza del Templo de San Agustín. No está demás decir que, por la hora de la mañana, la iglesia no se encontraba en funciones, por lo que las postales del interior quedaron pendientes para un próximo viaje. Sin embargo, volteando hacia el pórtico de la plaza, veíamos como el amarillo solar reflejaba con todo su esplendor, ofreciendo un buen nicho de calor para las palomas.

El arco luminoso con las palomas ya resultaban una imagen memorable. Pero volteando hacia la fuente central, la cual se encontraba bajo las sombras aún, notamos como los escurrimientos de agua ayudaban a componer una imagen muy curiosa. La toma se compuso con el reflejo del arco luminoso, y su continuación hacia el charco de texturas irregulares de la plaza y, de forma fortuita, una pequeña paloma que se inclinaba en la fuente, como para inmortalizarse en la foto.

No había necesidad de retoques, la toma al natural era espléndida.

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