Arquero. Museo de Orsay
Plástica incomparable, composición perfecta y un suceso brutal ante nuestros ojos. La estatua del arquero de Emile-Antoine Bourdelle es quizás una de las postales más famosas de París. La combinación entre el arco monumental de Heracles cazando y los arcos de la estructura que algunas vez conformaron la antigua estación de Orsay forman un conjunto perfecto.
El Museo de Orsay es, desde mi humilde opinión, uno de los espacios mejor acondicionados para la exhibición de arte en la Ciudad Luz. A diferencia de los abigarrados e interminables entramados de salones y corredores del Louvre, en donde las cantidad de obras les va matando su jerarquía, en D'Orsay lo que predomina es el espacio abierto, las áreas iluminadas y el aire a cada pieza.
El titulo original de la pieza es Heracles mata a los pájaros del lago Estinfalia. Al ser contemporáneo de Rodin e incluso llegar a trabajar juntos, Bourdelle entendió que el camino de su estilo no iba a través de la excesiva crudeza en la textura del material, ya que Rodin lo estaba diciendo todo en ese ámbito. Fue entonces que decide enfocarse en la síntesis y en la construcción de diferentes planos.
Este afán de la simplificación de la línea la convirtió en escuela "Contener, mantener, controlar, esto es el orden de los constructores", versaba a sus discípulos. Es por esto que la mitología se convierte en un elemento indispensable en su obra, ya que no se buscan las formas humanas, sino más bien las representadas en las ánforas griegas, con una gran carga simbólica. El desnudo habla de una potencia imparable, un nerviosismo salvaje, dividido entre dos esfuerzos opuestos: el del brazo que tensa el arco y el de la pierna que se apoya en la roca. En la imagen se fortalecen los tonos fuertes y los pliegues, se acentúan los obscuros y se destaca la contra luz de la silueta, en contraposición con el artesonado áureo del museo, una obra maestra en un contexto inigualable.
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