Recordar es vivir. Teatro Solís.

Hay viajes que tienen un significado especial. Cuando a finales de 2006 acordamos con Mamá la visita a la familia en Uruguay, había dos misiones que cumplir. La primera era ampliar mi universo, reconociendo o mejor dicho, conociendo por vez primera a gran parte de la familia de mis padres, que hasta ese momento era prácticamente ignota para mí. La segunda era cumplir con una promesa que le hice a mi Padre, con el que tenía la intención de ir desde hacía varios años, pero que por azares de la vida no pudimos cumplir. Después vendría la enfermedad y la pérdida, y la misión nos quedó pendiente.

La visita comprendió Buenos Aires, Montevideo y mi ciudad natal Minas, junto con sus alrededores. A través de las imágenes tenemos registrados muchos momentos del viaje, pero no es intención de usar este espacio como álbum familiar, por lo que iremos compartiendo sólo las fotografías más significativas, y que puedan tener algún valor visual.

El centro de Montevideo es un lugar que, al menos en los años en los que pude ir, navegaba en el abandono. Muchos espacios que Mamá me decía que en sus tiempos eran florecientes, prácticamente quedaron en desuso, sería por las carencias económicas, por el paso de las múltiples dictaduras o por el desplazamiento de los sitios de interés a otras partes de la ciudad, o quizás por estas o por miles de otras razones.

En medio de ese centro que vive de pasados esplendores, el Teatro Solís es un edificio emblemático. Un edificio bello que no llega a ser monumental, sino con las dimensiones exactas para el disfrute de los sentidos. Con un estilo neoclásico sobrio de curvas suaves, llama la atención por sus dos formas salientes que dan hacia la calle, adornando las laterales de la entrada principal, una de las cuales se retrata en esta foto. Quizás sea este uno de los recintos que ponen más en alto a Montevideo como uno de los centros culturales más importantes de las américas. Esta condición va más allá de las miles de vicisitudes que vio pasar.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Reflexiones sobre “La ciudad y los perros”, de Mario Vargas Llosa

Cascada de Tamul, Huasteca Potosina

Museo de Geología de la UNAM