Reflejos en San Miguel Regla

Hace algún tiempo hablamos en el Blog largo y tendido de nuestra travesía por el Hidalgo de las Minas. Entre los muchos sitios que se mencionaron ahí, se hizo particular énfasis en la exhacienda de San Miguel Regla, por lo que no se busca aquí ser redundantes y más bien trataremos de dilucidar por qué, entre tanta variedad de imágenes captadas en el sitio, se eligió esta en particular.

Antes que nada hay que mencionar que el agua de los manantiales de San Miguel Regla no es lo que llamaríamos algo dechado de virtud. Los colores entre azul y gris de las aguas recuerdan más los teñidos de los detergentes que las aguas del paraíso. Las fuentes y las pozas emiten ese pequeño dejo de podrido del agua estancada, tratado de ocultar a fuerza de un sinfín de desinfectantes. Sin demeritar la belleza de la hacienda, de los jardines y de sus espacios, las imágenes en las cuales se incluyen este entorno líquido no terminan de convencer, como sí lo harían en lugares con manantiales prístinos.

Tratar de ajustar el color del agua, dejando los colores naturales de las estructuras de la exhacienda, iba a resultar infructuoso, ya que no se puede rescatar un aspecto puro de algo que ya no lo tiene. Es por esto, que decidimos tomar el camino opuesto, degradando los colores del entorno.

En la imagen, las paredes de las viejas estructuras inundadas son de cafés desteñidos, grisáceos y musgosos; la vegetación es de tonos muertos, más cercanos al color olivo que al radiante verde de la realidad, se mata el azul del cielo, llegando a un pálido gris de tormenta. Es en este contexto, que pierde importancia el color del agua y así, hasta el reflejo llega a funcionar, creando una imagen que parece armónica.

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