Detalle ascendente. Santa Rosa de Viterbo
Querétaro es un lugar increíble. Para aquellos que habíamos tenido la oportunidad de visitarlo en varias oportunidades, pero sin reparar en sus monumentos históricos, el pasear por sus calles representa una experiencia completamente nueva.
La ciudad alberga una gran cantidad de tesoros que se van descubriendo por donde uno pasa, al caminar por su centro histórico. Los detalles en la herrería en sus ventanas y balcones, sus añejas puertas plagadas de herrajes, salientes y texturas, grandes casas palaciegas que vivieron tiempos de esplendor, algunas de ellas restauradas y en función, así como otras que sólo se disimulan detrás de sus pórticos, las paredes de gruesos tabiques, muchas de ellas cargando ornamentos de finas texturas, sus impresionantes iglesias, varias de ellas con retablos sobrecargados de elementos y de chapados áureos; todo esto, entre miles de otros aspectos, hacen de Querétaro una ciudad barroca.
En esta ocasión se retrata uno de los más emblemáticos detalles de la Ciudad, la gran voluta que funciona como arbotante del templo de Santa Rosa de Viterbo. La iglesia tiene dos de ellos, paralelos, que tienen más un fin decorativo que estructural, pero que resultan curiosamente plásticos, al no haber otros parecidos en los templos de este período. Quizá esta voluta se deba más a un capricho arquitectónico, como hubo tantos en la Nueva España.
La textura de la foto se envejece deliberadamente en la foto, aumentando el grano y degradando los colores, para conseguir un aspecto antiguo. Como en los detalles adornados del monumento los decorados fueron pintados, no construidos, y como esta pintura ha sufrido el paso de los años, consideramos que un aspecto así contribuye a darle una atmósfera de pasado a la toma.
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